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La reparación de hernia inguinal es una de las cirugías que se realiza con más frecuencia en nuestro país. Esta intervención puede ser realizada de manera tradicional o por cirugía laparoscópica, permitiendo al paciente experimentar de todas las ventajas que ofrece la cirugía de mínima invasión.
Esta enfermedad afecta al 10 a 15% de la población general, y tiene importante repercusión en el desempeño social y laboral de hasta el 25% de la población económicamente activa.
La pared abdominal se conforma de varias capas que le dan soporte y fuerza para contener las estructuras y órganos internos. Cuando existe una debilidad en una de las capas de la pared, esta puede terminar por rasgarse o “romperse”, creando un defecto o agujero en ella. A este defecto se le conoce como hernia, y a través de este agujero, alguna de las estructuras intraabdominales (como el intestino por ejemplo) pueden protruir, y esto se observa como un abultamiento en la zona donde se encuentra la hernia.
La hernia puede desarrollarse en cualquier parte de la pared abdominal, y dependiendo del sitio en donde se encuentre, es el nombre con el que se conoce. Por ejemplo, si se encuentra en el ombligo, se llamará hernia umbilical, y si se encuentra en la ingle, hernia inguinal.
Las hernias inguinales pueden estar presentes tanto en hombres como mujeres, y pueden ser congénitas (de nacimiento) o adquiridas con el tiempo.
Una vez que se ha desarrollado una hernia, la única opción de tratamiento es la reparación mediante cirugía. No existen alternativas como ejercicios especiales o terapias para que puedan resolver este problema.
El paciente típicamente presenta un incremento de tamaño en la ingle afectada. Esto se ve como un bulto o una “bola” que se siente por debajo de la piel. Esta “bola” usualmente aumenta de tamaño a lo largo del día, cuando el paciente está haciendo sus actividades laborales, ejercicio, etc., y posteriormente cuando el paciente se encuentra en reposo o recostado, el abultamiento puede disminuir de tamaño o incluso desaparecer. El cambio de tamaño de la ingle dependiendo de la actividad física es típico de la hernia, mientras que en otro tipo de enfermedades como quistes, lipomas, ganglios crecidos o tumores, el abultamiento se mantiene del mismo tamaño y no tiene variaciones en su tamaño a lo largo del día. El síntoma acompañante usualmente es el dolor, el cual a veces se refiere sólo como una molestia, y este se incrementa o desencadena al realizar esfuerzo físico con el abdomen, como al levantar objetos pesados, toser o pujar para evacuar.
Cuando un órgano que protruye a través de la hernia queda atrapado en el agujero y no puede regresar a la cavidad abdominal, se conoce como hernia encarcelada o incarcerada. Esta condición puede complicarse y comprometer la vitalidad del órgano involucrado. Esto representa una urgencia y debe ser resuelta de manera inmediata mediante cirugía para evitar mayores complicaciones.
Los síntomas que pueden indicar que está ocurriendo esta complicación son: dolor abdominal muy intenso, fiebre, vómitos, distensión abdominal, incapacidad de canalizar gases por recto y cambios en la coloración de la piel de la hernia. Si usted sabe que tiene una hernia y experimenta estos síntomas de manera repentina, busque atención con un especialista en cirugía general o gastrointestinal.
El colágeno es un elemento que forma parte de los tejidos de la pared abdominal. Se ha encontrado que existen factores genéticos que ocasionan que el colágeno de ciertos individuos sea menos fuerte y resistente, y por tanto, estén predispuestos a que se rompa o se formen estos “agujeros” llamados hernias. Muchos factores intervienen para la formación de las hernias, como hereditarios, sedentarismo, edad, nutricionales, enfermedades respiratorias que cursan tos crónica, estreñimiento y tabaquismo. Un paciente que ha sido operado, tiene mayor riesgo de desarrollar una hernia en el sitio de la cirugía previa, lo que se conoce como hernia incisional.
El tratamiento de la hernia inguinal es mediante cirugía, y consiste en el cierre del defecto de la pared abdominal. En la actualidad se ha demostrado que este cierre debe ser realizado con ayuda de un material protésico conocido como malla (a menos que exista alguna contraindicación especial para su uso). Esta malla se coloca sobre el agujero y funciona como un parche que sellará el defecto para que las estructuras intraabdominales permanezcan en su lugar y no puedan protruir.
La cirugía laparoscópica o cirugía de mínima invasión es de utilidad para realizar la reparación de la hernia inguinal. Ofrece la ventaja de un menor dolor postoperatorio para una recuperación más cómoda, lo que permite al paciente reintegrarse a sus actividades en menor tiempo, en comparación con la cirugía tradicional. También tiene la ventaja de que si el paciente tiene hernia en la ingle derecha e izquierda, se pueden operar las dos hernias durante el mismo procedimiento, sin necesidad de más incisiones. También esta cirugía permite al cirujano revisar, identificar y poder reparar otras hernias ocultas en la zona de la ingle, las cuales con la cirugía tradicional o abierta no podrían verse.
La mayoría de los pacientes son candidatos. Algunos factores que imposibilitan o dificultan el llevar a cabo la cirugía laparoscópica para hernia inguinal son antecedentes de cirugía prostática y algunas enfermedades cardiovasculares en inadecuado control. Su médico le hará una evaluación completa, mediante la cual se puede determinar cuál es su mejor opción de abordaje.
Existen varios métodos para realizar la cirugía por vía laparoscópica, en uno de ellos el cirujano realiza tres incisiones en el abdomen, de 5 y 10 milímetros. A través de estas incisiones introducirá gas para inflar el abdomen y una cámara larga y delgada (de 5 o 10 milímetros de ancho), la cual se está conectada a un monitor de televisión, con el cual se puede ver el interior del abdomen. Mediante instrumentos muy finos de menos de 5 milímetros de diámetro, el cirujano efectúa la reparación de la hernia, colocando la malla para ocluir el defecto de la pared abdominal.
El paciente usualmente ingresa para su procedimiento, y es egresado el mismo día de la cirugía o al día siguiente, de acuerdo al criterio del cirujano, según las características individuales de cada paciente. Posterior a que el paciente se recupera de la anestesia (8 horas aproximadamente) inicia una dieta prácticamente normal y puede levantarse y caminar. Se indican analgésicos para controlar el dolor en casa, y en ocho días se hace una revisión en el consultorio para evaluar la evolución. Al cabo de un mes posterior a la cirugía, el paciente ya se encuentra prácticamente realizando su vida normal
Si usted tiene cree tener una hernia o ya le han hecho el diagnóstico previamente, contácteme para una revisión y resolver su problema.