Los cálculos biliares, son formaciones sólidas, similares a piedras, que se forman en el interior de la vesícula biliar. Esta se encuentra en el abdomen, en la parte superior derecha, justo debajo del hígado.
Se estima que un 10% de la población general pueden tener cálculos en la vesícula biliar. Afortunadamente, la mayoría de estos pacientes no desarrollan síntomas, permaneciendo sin dolor y no requieren tratamiento específico. Sin embargo, en algunos casos, los cálculos pueden ocasionar síntomas u otras complicaciones, por lo que estos casos deben ser tratados mediante cirugía, la cual consiste en extirpar la vesícula biliar con todo y sus piedras. A esta cirugía se le conoce como colecistectomía.
La vesícula biliar es un órgano con forma de pera que se asemeja a un saco, mide 7 cm aproximadamente y se encuentra adherido al hígado y recibe la bilis que éste produce a través de unos conductos llamados vía biliar. Por medio de estos conductos, la bilis viaja del hígado a la vesícula, y de la vesícula al intestino delgado.
La función de la vesícula biliar es almacenar la bilis producida por el hígado y concentrarla. Cuando estamos en ayuno, la vesícula esta relajada recibiendo la bilis y preparándola para cuando se necesite. Cuando ingerimos alimentos grasos y estos llegan a la primera porción del intestino (llamada duodeno), se manda una señal hacia la vesícula para que esta se contraiga y vacíe su contenido al intestino a través de los conductos biliares, y de esta manera se pueda realizar la digestión.
Los cálculos biliares son neoformaciones sólidas que se originan en el interior de la vesícula o de los conductos biliares. Son similares a piedras, por esto se les conoce coloquialmente como piedras en la vesícula. Su tamaño es variable, desde unos milímetros hasta varios centímetros, incluso pueden llegar a ser del tamaño de la vesícula biliar. Sin embargo, la mayoría miden menos de 2 cm. De manera general existen dos tipos de cálculos de acuerdo a su composición. Cálculos de colesterol y cálculos de pigmento. Los cálculos de colesterol son los más comunes y representan el 80% de los cálculos biliares, mientras que los cálculos de pigmento sólo el 20%.
Se desconoce a ciencia cierta por qué se desarrollan los cálculos biliares. Se sabe que cuando existe un desequilibrio entre los componentes de la bilis, por ejemplo, mayores concentraciones de colesterol o calcio, la bilis empieza a precipitarse y formar cristales, y pasar de un estado líquido, a un estado más espeso, como lodo, y posteriormente se pueden llegar a formar los cálculos. Se mencionan algunas situaciones que ponen a las personas en mayor riesgo de desarrollar cálculos biliares:
Como se mencionó previamente, la mayoría de los pacientes con cálculos en la vesícula biliar cursan con la enfermedad asintomáticos, y su diagnóstico fue gracias a que se realizaron un estudio de imagen (como ultrasonido o tomografía) por alguna otra causa, y por coincidencia se identificaron los cálculos biliares. Estos pacientes no requieren tratamiento, pero sí deben acudir a un especialista para que se les expliquen los síntomas podrían tener, para estar atentos a la aparición de estos, ya que si llegaran a presentarse, sí requerirán tratamiento.
Los pacientes que sí presentan síntomas cursan de manera habitual con dolor abdominal, el cual se localiza en la parte superior y que puede reflejarse en el costado y espalda del lado derecho, y en ocasiones referirse puede llegar a sentirse hasta el hombro. Este dolor en ocasiones se acompaña de náusea o vómitos, y usualmente es desencadenado por la ingesta de alimentos ricos en grasa. El dolor puede durar de minutos a horas y es causado por un cálculo que obstruye la salida de la bilis, ocasionando que la vesícula biliar se distienda al no poder vaciarse como es debido. Una vez un paciente ha cursado con dolor a consecuencia de los cálculos biliares, es muy frecuente que este cuadro se repita en varias ocasiones a lo largo de su vida.
La complicación más común derivada de los cálculos biliares es la inflamación de la vesícula, esto se conoce como colecistitis aguda. En esta situación, el cálculo biliar obstruye por completo la salida de la bilis, lo que ocasiona que se genere una inflamación importante de la vesícula. La consecuencia es un dolor de mayor intensidad, mayor duración y en ocasiones se acompaña de fiebre. La colecistitis aguda es una enfermedad que requiere de atención inmediata. El paciente requiere ser hospitalizado para hidratación y administración de medicamentos antibióticos y analgésicos vía intravenosa. El paciente debe ser valorado por un especialista en cirugía, quien puede ofrecer el tratamiento definitivo a esta enfermedad, que consiste en la extirpación de la vesícula (colecistectomía). Si el paciente no es tratado, puede complicarse aún más incluso poner en riesgo su vida.
Si un cálculo biliar logra salir de la vesícula, puede viajar a través de los conductos biliares y atorarse en el camino hacia el intestino. A esta condición se le llama coledocolitiasis. Es una enfermedad completamente diferente, ya que un cálculo alojado en los conductos biliares ocasionará que la bilis no pueda llegar al intestino y esto puede ocasionar severo daño al hígado y a todo el organismo. El tratamiento de ésta enfermedad consiste en retirar el cálculo de la vía biliar, y puede hacerse mediante endoscopía a través de un aparato largo y flexible que se introduce por la boca y llega hasta el sitio de la piedra para extraerla (CPRE) o por cirugía, abriendo directamente el conducto biliar para extraer el cálculo directamente. Después de desobstruir los conductos biliares debe realizarse la colecistectomía, ya que si no se realiza, la posibilidad de que vuelva a salir otra piedra de la vesícula es muy alta.
Si usted o un familiar tienen cálculos biliares o desea conocer más sobre enfermedades de la vesícula biliar no dude en contactarme.